El pintor es hombre de pocas palabras, las precisas para comunicarse, pero sus ojos son observadores y a veces arietes para penetrar en las personas y en las cosas, que le sirven de modelo para pintar, fundamentalmente el paisaje y el bodegón. Con ellos ha obtenido premios y distinciones, con numerosas menciones de honor en diversos certámenes de pintura, sobre todo en Valdepeñas.
De la escuela de Muñoz Vera, Ricardo Bauer Céspedes (Madrid) compartió estudio con Guiomar Álvarez de Toledo durante algunos años, hasta que decidieron amistosamente buscar espacios separados. Curiosamente ambos pintan géneros diferentes, pues Guiomar no toma el paisaje ni el bodegón como tema pictórico. Ambos artistas visuales tienen el estudio/taller muy cerca, uno del otro, se visitan con cierta frecuencia y, en mi caso, ella me ha presentado a Ricardo Bauer.
El taller de Ricardo se encuentra en un gran piso junto a la céntrica plaza de Santa Ana y sus cuadros se explayan en un salón con tresillos, consolas, candelabros, espejos y jarrones de época. El pintor trabaja por series y todavía quedan en su estudio algún ejemplar de la serie “Alhambra de Granada”, “Salinas de Cádiz”, Tierras de La Mancha o “Bodegones de granadas”. No olvidemos que la granada es la fruta que simbólica la abundancia y la felicidad del paraíso, frente a la primera manzana de Eva.
Al comienzo de nuestro encuentro hablamos de los Bauer en España, una ilustre familia judía, que fue representante de los Rothschild, grandes inversores en España a primeros del XX, compradores del Parque El Capricho a los Duques de Osuna y vendido más adelante al Ayuntamiento madrileño, para disfrute de los ciudadanos, pero sobre todo me interesaba la familia como fundadora de la CIAP, Compañía Ibero-Americana de Publicaciones (CIAP) una editorial española, de especial importancia en el ámbito nacional durante la primera mitad del siglo XX.
Otro pintor, el querido Manolo Ortega (1921-2014) me había hablado mucho de Ignacio Bauer, el fundador de la editorial CIAP que, con su padre, el periodista Manuel Ortega Pichardo, pusieron en marcha la continuidad de los Episodios Nacionales de Pérez Galdós, si bien la crisis económica de 1929 dio al traste con el proyecto. El catedrático Miguel Ángel López-Morel ha escrito una buena tesis sobre los Rothschill en España y, por ende, de los Bauer.
Pero yo había ido al estudio para hablar de la pintura al óleo sobre lienzo o tabla, de Ricardo Bauer y me llamó la atención el cuadro con una hilera de postes de luz en la carretera de Madrid a La Mancha y le digo al pintor que parece un Vía Crucis. Ricardo Bauer da la vuelta a cuadro y me muestra que lo ha titulado así.
El pintor no elude el retrato, de vez en cuando, sobre todo algunas maternidades o de mendigos callejeros. Pero también retratos áulicos o académicos, como el de su pariente Gustavo Bauer.
Ricardo Bauer vive y dialoga en silencio con la pintura, con el modelo representado, sea naturaleza viva o muerta. La pintura absorbe sus pensamientos y él los traduce en una rica secuencia de cuadros.
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