Es la casa de Octavio Uña, catedrático de Sociología de la Complutense, y Mercedes Fernández Antón, profesora titular de Ciencias de la Educación, casa situada entre los colegios mayores y residencias de la Ciudad Universitaria madrileña. “Hubo un prior que, con arreglo al cuadro, descubrió el punto acto del Abantos desde el que Rubens pintó el monasterio”, explica el anfitrión.
Octavio Uña, en estos días anda ocupado en preparar una conferencia para impartir en la Casa de Castilla-La Mancha, sobre los dos premios Nobel chilenos: Gabriela Mistral (1889-1957) y Pablo Neruda (1904- 1973). También ultima la tercera edición de su libro “Estaciones de abril” (2007), con prólogo de Leopoldo de Luis, que seguramente llegará a la cuarta, como su célebre libro poético “Castilla, plaza mayor de soledades” (2001).
Octavio y su esposa Mercedes nos han convocado a un encuentro amistoso y gastronómico, porque con ágape por medio, la conversación fluye grata y hasta con más humor. Un buen rosado espumoso acompaña, primero el aperitivo de gildas picantes y surtido de quesos, seguido del menú largo y generoso, preparado por ella, menú con aire internacional: hummus con crudités; cuscús al estilo Marruecos; bacalao a la portuguesa y pastel francés de frutas, para finalizar con café y pasteles de Belén.
Los invitados: Tomás Paredes, Emilia de Dios; Carmen Valero y quien esto firma.
Todo muy sabroso, en medio de una conversación, sobre el paralelismo y diferencias entre Neruda y Rafael Alberti, vida, muerte y trato a las mujeres. Neruda nunca empuñó una pistola. Otra vez el viejo debate de si la obra artística debe relegarse, respecto a la conducta moral de sus autores. Las odas a Stalin de los escritores salieron a flote. Picasso, Celine, Ezra Pound y tantos otros tienen su faz y envés, y hay que ser sinceros, ecuánimes y no sectarios a la hora a la hora de juzgar un lado u otro.
Pasamos a la actualidad de Putin, Trump y la vacilante Europa. Escritores rusos del XVIII y XIX escribían en francés -lengua culta- como Pushkin; la Corte del zar, hablaba en alemán; los políticos de la Unión Europea hablan en inglés, sin que un país de la Unión hable esa lengua. Las lenguas, siempre las lenguas, como identidad y conflicto. Napoleón entró a caballo en el monasterio de El Escorial sin respeto alguno; la inmensa frontera ruso/china fue escenario de guerra y podría seguir siéndolo; caraduras en todos los estamentos políticos; pactos indignos con lo público... Arreglábamos el mundo con las palabras… así de fácil… pero el poder está en manos de otros, algunos muy ineptos y/o corruptos.
Hemos comentado la exposición de José Luis Romeral en la Fundación de los Pizarro de Trujillo de Extremadura. Tomás Paredes era el comisario. El artista llevó a un cantaor y guitarrista de flamenco para la inauguración y aquello fue un éxito y una revolución en el palacio de los Barrantes-Cervantes. La institución le hizo un catálogo formidable, con poemas sobre Toledo -tema de la pintura- por Octavio Uña, Florbela Espanca y mío, entre otros.
Octavio, que ha donado el grueso de su biblioteca a la Diputación de Zamora, su tierra natal, nos enseña unas codiciadas ediciones de Virgilio, Homero y de Shakespeare, ésta última, editada con bello estuche, por la citada Diputación. Los libros de Historia se alinean en los anaqueles y los trofeos de premios y de homenajes, también.
No hay nada como la amistad y la conversación entre amigos, sobre todo con el disfrute de un rosado espumoso por medio.