El pescado blanco, el azul y el marisco tienen una larga lista de componentes y nutrientes que hacen que su consumo sea muy beneficioso para las personas a todas las edades y, en ese sentido, Omega-3 haya sido quizás uno de los conceptos más repetidos a lo largo de esta mañana. A él se ha referido la dietista Carrie Ruxton, quien cree que en los supermercados “podríamos poner una etiqueta en la que se diga que comprando pescado ayudas a tu corazón”. Así lo avalan diversos estudios, que señalan que su consumo es muy bueno no solo para el corazón, sino también para el sistema inmunológico y el cerebro. “Podemos programar a los bebés a un menor riesgo de alergias y asma desde la alimentación de sus madres”, ha explicado.
También se ha referido al consumo de pescado en las edades más tempranas la pediatra y presidenta del Comité Científico Fundación Dieta Atlántica Rosaura Leis. Lo ha hecho con preocupación, porque los estudios así le dan la razón, y en su discurso ha querido involucrar también a otros muchos agentes, como los propios abuelos, padres, pediatras, profesores y, por supuesto, políticos.
Pero, además, Leis ha querido poner el foco en los beneficios que tienen las dietas clásicas y, como buena gallega, ha reivindicado la dieta atlántica, que tiene al pescado como uno de los alimentos matriz. “Si queremos salud, debemos volver a esas dietas tradicionales desde el primer momento de nuestras vidas”.
Siguiendo con el Omega-3 y sus beneficios, Courtney Nichols Gould, cofundadora de NewAtlantis Labs y SmartyPants Vitamins, ha mostrado cómo en torno a esta alimentación también hay una oportunidad de negocio. Emprendedora de éxito, tuvo que lidiar con su hijo de dos años, con el que tuvieron que buscar un multivitamínico porque solo quería tomar comida blanca.
Después de muchas investigaciones, dieron con la sardina anchoada como la fuente perfecta de Omega-3 y crearon un producto tan fantástico que fue el más vendido en Amazon en su primer año. Pronto vieron que era una necesidad que también afectaba a los adultos, pero también entendieron que debía ser una oferta sostenible cuando la pesquería peruana de donde venían esas sardinas tuvo que cerrar porque estaba al borde del colapso por la fuerte demanda.