Los sueños quebrados o rotos. El seguir viviendo, pese a todo, una máxima muy chejoviana… El resultado es una obra que se sigue bien por su amenidad, su poesía, la buena interpretación de los autores, que dotan a la pieza de credibilidad.
Dice una crítica de arte visual, que cuando los artistas no tienen tema o argumento consigo se dedican a los homenajes o los “d´après” de los clásicos… Nihil novum sub sole. En el teatro y en l a ópera es habitual reinstalar a los clásicos en situaciones y vestimentas de otras épocas, creado ucronías, no siempre satisfactorias para el público. En el caso de “Paloma blanca”, pese al parafraseo del título chejoviano, no se ha tomado “La gaviota” y se ha traslocado su argumento, sino que su esquema se ha llevado a otra obra diferente, afortunadamente si final dramático y, por ende, mucho más chejoviano: “la vida sigue”.
El piano en manos de Lázaro pone música evocadora para los personajes que le acompañan: el amigo, la incomprensiva madre, la novia infiel… “Paloma negra” destila melancolía como la pieza rusa aludida, pero con ecos de desierto decorado con cactus al fondo y el recuerdo de una España fabulada que se escapa entre los pensamientos y las palabras.
FICHA TÉCNICA
Dramaturgia y dirección: Alberto Conejero
Intérpretes: José Bustos, Yaiza Marcos, Zaira Montes, José Troncoso, Consuelo Trujillo y Juan Vinuesa
Producción ejecutiva: Kike Gómez
Ayte. de dirección: Alicia Rodríguez
Espacio escénico, atrezo y vestuario: Alessio Meloni
Diseño de iluminación: David Picazo
Música original: Mariano Marín
Coordinación técnica: Leticia L. Karamazana
Ayte. de vestuario y confección: Paula Fecker
Ambientación vestuario: María Calderón
Realización escenografía: Miguel Delgado/PREVEE
Agradecimientos: Jesús Rubio Gamo, Ferrán Carvajal y Estudio Juan Codina