18ABR25 – BENALMÁDENA – MÁLAGA.- Todo el mundo en Málaga los adora. Son los Caballeros Legionarios que desfilan en procesiones de Semana Santa como nadie. Los turistas y los guiris nos sumamos pronto a esta devoción general. El desembarco de los Caballeros Legionarios en Málaga es el no va más, pero sus procesiones en Benalmádena y Ronda no van a la zaga. Al compás de su banda de cornetas y tambores, ellos desfilan y se mueven como en un baletto castrense bien pesado, medido y contado. Los espectadores nos quedamos con la boca abierta, emocionados. Es Jueves Santo.
Se abre el desfile con la cruz procesional flanqueada por dos faroles, llevado por cofrades femeninos del Cristo de la Buena Muerte, vestidos con traje pantalón negro, con escapularios de la cofradía. El Hermano Mayor de la Legión les sigue con los legionarios que portan el paso del Cristo de la Buena Muerte clavado en la cruz; a sus indicaciones lo levantan con una sola mano y los aplausos de los espectadores no se hacen esperar.
Sigue el cortejo de autoridades municipales, locales y el pueblo fiel, que no falla con su presencia. La banda de tambores y cornetas envuelve a todos con su música y su ritmo.
Cuando cantan “El novio de la muerte”, mi amiga Juana Mari llora como una magdalena, y se apresura a ponerse las gafas de sol oscuras. A mí también se me cae una lágrima, pero -vil de mí- la dejo caer sin secarme la mejilla, para que no perciban que me froto los ojos. No sé por qué, me viene a la mente la serie pictórica de Picasso “La femme qui pleure”.
El novio de la muerte
Nadie en el tercio sabía
Quién era aquel legionario
Tan audaz y temerario
Que a la legión se alistó
Nadie sabía su historia
Mas la legión suponía
Que un gran dolor le mordía
Como un lobo el corazón
Mas si alguno quien era le preguntaba
Con dolor y rudeza le contestaba
Soy un hombre a quien la suerte
Hirió con zarpa de fiera
Soy un novio de la muerte
Que va a unirse en lazo fuerte
Con tal leal compañera (…)
La mente es caprichosa y me viene a la mente el enfado de Miguel de Unamuno con Millán Astray. Los pensamientos y comentarios también son libres y circulan como pájaros sueltos.
Conchi Torres, la profesora nos cuenta que su padre fue legionario y ella de niña no solo aprendió todas sus canciones, sino también el juramento:
-Juráis por Dios, por vuestro honor y prometéis a España, besando con unción su Bandera, obedecer y respetar al Rey, a vuestros jefes, no abandonarles nunca y derramar, si es preciso, en defensa de la Soberanía e independencia de la Patria, de su Unidad e Integridad Territorial, del ordenamiento Constitucional, hasta la última gota de vuestra Sangre?
-¡Si Juro!
-Si así lo hacéis, la Patria os lo agradecerá, y premiará, y si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella.
¡Caballeros Legionarios con el gorrillo en la mano izquierda y el brazo en alto gritad conmigo!
¡Por España!
¡Por el Rey!
¡Viva la Legión!
El espíritu de lealtad castrense parece meterse en todos los civiles. Yo recordé a mi padre que contaba como lo movilizaron durante tres años en 1939, justo al terminar la guerra civil en que, fue mayor de edad, y recorrió desde el Pirineo oscense hasta el palacio de El Pardo “donde estaba la Guardia mora, que vestía igual que los Reyes Magos del belén de su casa”.
Pero volvamos con los Caballeros Legionarios a la Semana Santa, con el encuentro del Cristo de la Muerte y su Madre Dolorosa en la iglesia parroquial de Benalmádena, en la mañana.