07OCT24 – BILBAO.- El Itsasmuseum de Bilbao ofrece en estos días la exposición “Leonardo Torres Quevedo. Ingeniería naval en la obra del más prodigioso inventor de su tiempo” que recoge la vida y algunos descubrimientos realizados por un ingeniero matemático pionero. Obras como el primer transbordador de personas o el primer mando a distancia, antecesor de los drones, son algunos de sus proyectos más significativos.
La muestra está comisionada por Francisco A. Gonzalez Redondo, Licenciado en Matemáticas (Universidad de Cantabria), Doctor en Filosofía de la Ciencia (Universidad Complutense de Madrid) y Doctor en Matemáticas (Universidad Politécnica de Madrid).
Leonardo Torres Quevedo (Santa Cruz de Iguña, Cantabria, 1852-Madrid, 1936), fue caracterizado en 1930, en las páginas de Le Figaro, como “el más prodigioso inventor de su tiempo”. Y es que, en efecto, con sus máquinas algébricas se convirtió en el más importante ingeniero matemático al acabar el siglo XIX. Con su sistema de dirigibles autorrígidos, patentados en España y comercializados, desde Francia y el Reino Unido, en Rusia, EE.UU. y Japón, se convirtió en un ingeniero aeronáutico de talla mundial en las primeras décadas del siglo XX.
Con su transbordador del monte Ulía en San Sebastián (al que seguiría el transbordador del Niágara en Canadá)) abrió el camino para la construcción de teleféricos para personas en el resto del mundo. Con su telekino, el primer mando a distancia efectivo de la historia, precedente de los actuales drones, triunfó en tanto que ingeniero industrial y de telecomunicaciones. Y, sobre todo, con sus Ensayos sobre Automática, sus ajedrecistas -los primeros autómatas dotados de “inteligencia artificial”- y su aritmómetro electromecánico, se adelantó en varias décadas a todos los pioneros de la informática del siglo XX, tanto a los teóricos de la computación como a los constructores de los primeros ordenadores.
Pues bien, esta impresionante contribución no podría entenderse sin una referencia clave: Bilbao. A Bilbao se trasladaron sus padres a los cinco días de su nacimiento. En Bilbao pasó su infancia y estudió Primaria y Secundaria. En Bilbao Pilar Barrenechea, marquesa de Vargas, lo declarará heredero universal de la considerable fortuna acumulada por su linaje que le permitirá dedicarse “a pensar en sus cosas”. En Bilbao editará su primer trabajo científico, la Memoria sobre las máquinas algébricas, ensayará el telekino, se creará la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería que financiará la construcción del transbordador del monte Ulía, primero, y del transbordador del Niágara, después. En Bilbao presentará el proyecto de dirigible transoceánico Hispania y, por primera vez, su aritmómetro electromecánico.
Pero, sobre todo, y esta es la novedad principal de esta exposición en el Itsasmuseum, en Bilbao y con Bilbao quedará íntimamente unida una parte de la obra de Torres Quevedo a la que, hasta ahora, no se ha prestado suficiente atención: su labor pionera, también, en el ámbito de la ingeniería naval: Efectivamente, el bote eléctrico Vizcaya, al que se adaptó el telekino en los Astilleros del Nervión, se convertiría en el primer barco teledirigido de la historia en el Abra de Bilbao; el buque campamento, el proyecto del primer barco porta-dirigibles ofrecido a la Sociedad Española de Construcciones Navales, se convertiría en modelo para el primer Dédalo de la Armada española y para los sucesivos barcos porta-dirigibles de la US Navy; y, sobre todo, su binave, construida en los Astilleros Euskalduna y ensaya en la ría y en un viaje entre Santurce y Santoña, se convertiría en el origen de los catamaranes modernos.