Escribir te perpetúa... ¡Inténtalo!

Trayecto incierto, la vida

Reflexiones

¿Cómo va la vida, no? Por Marisol Alvarado

Martes 19 de diciembre de 2023
19DIC23 – MADRID.- ¡Cuántas memorias tenemos acumuladas en nuestro ser! Todos añoramos un recuerdo cuando lo vivimos nuevamente, aunque haya estado guardado, resguardado, refugiado por mucho tiempo; bastante cauto.

Vamos aprendiendo, cayendo, aprendiendo más, sonriendo, llorando, comiendo, bailando, cantando, escribiendo, trabajando, amando, extrañando, imaginando; vamos conociendo cada vez más, toda experiencia, de cualquier índole o polaridad, enseña. Vamos teniendo más sabor, un guisado jugoso y riquísimo de ver.

Somos más grandes que hasta hace un segundo, que un minuto, que ayer.

Como anécdota, tengo un diario, uno digital, al que titulé “El diario de Sol”, lo comencé un veintidós de junio del dos mil veintiuno (época pandémica) y fue uno de mis mejores amigos, leyendo un poco –como para recordarme– encuentro un escrito que hice el 31 de marzo del dos mil veintidós:

Hace mucho tiempo dejé de escribir; seguí viviendo y extrañando hacerlo, eso sí.

Me encuentro radicando en Madrid, vaya experiencia… Pasé por Roma, por familia, por abrazos, por disgustos, amores, risas, llantos, incongruencias, malestares, agradecimientos, añoranzas, bailes, besos, cariños, ilusiones, decepciones, realidad. Pasé por mucho, y no quiere decir que no lo vuelva a pasar, solo que creo que es justo, para mí, darme cuenta todo lo que ya he pasado, nuevamente, en tan corto tiempo, y que aún puedo escribir de ello.

Sí, corto.

Los meses se hacen nada cuando sales de la casa que guarda todos tus movimientos, que guarda cada maña en la cerradura al llegar a las cuatro o cinco de la mañana. La casa que te vio llorar, reír, bailar, amar, vivir, morir, volver a vivir y querer morir de nuevo, pero ahí, en casa.

Ahora estoy en proyecto de construir eso, armar algo pequeño en donde yo pueda manejar este carrito de la mejor manera, no es fácil; pero, ¿qué lo ha sido hasta ahora? Todo por ellos, por mí y por ellos. Siempre.

Igual, lo que debo recalcar y dejar escrito, es que no estoy sola. Es una frase que viene violando mi mente cada vez que se siente un poco débil, como cuando uno tiene un poco de tos y algo de alergia, dolor de huesos y mucha alma: No estoy sola, solo estoy lejos.

Las calles madrileñas te sacan el aliento y ponen el corazón en tu mano, como para que lo reprendas por si se ha portado mal; pero, aún así, cansado… sueña”

Llevaba menos de un mes radicando en Madrid. Todo era diferente.

Me daba la sensación de tener tres años y haberme soltado de la mano de mi mamá en el mercado, necesitaba que me encuentre.

O necesitaba andar y decidir buscarle yo, quizás.

Aprendí mucho, sigo aprendiendo y trato de enfocarme en que así seguiré. Aprender para dar lo aprendido. Creo que de eso se trata todo, dar y darlo con buena intención, con buena energía.

Ha pasado poco más de un año y estoy agradecida de los tesoros que he podido encontrar, personas maravillosas que reafirmaron mi fe, sin entrar a temas religiosos, mi fe a creer, mi fe a vivir, a ayudar, a amar.

Se fueron algunas, también; amigos, familia, pero les agradezco todo lo que, en su momento, fue.

Sigo extrañando y sigo caminando, de alguna manera el juego de la vida se vuelve un círculo al analizarlo, es como si me alejara para poderles tener después. Sigo echando de menos, pero ahora mis piernas han sacado músculo, van poniéndose cada vez más fuertes para poder andar.

Así que, si a alguien le sirve, le digo: “Todo puede pasar, no determinemos nada jamás. Todo puede ser. Solo paciencia, fuerza y fe, paciencia, fuerza y fe, paciencia, fuerza y fe”