Esta tradición de dar de comer a los pobres que acudían a rezar a San Roque, se siguen manteniendo, ahora con los turistas y excursionistas que hasta allí acuden masivamente, renovándose la promesa hecha al santo por haberles librado de una peste que asoló a zona hace más de 400 años.
Allí una cofradía formada por 120 miembros de Bustablado y Duña (Cabezón de la Sal) y Toporias (Udias), siguen honrando al “abogado de las pestes”.
La víspera, como es tradición, hubo en Duña, la verbena y el reparto, a las dos de la madrugada del caldo sanroqueño, procedente de la coción de la carne, que se va a utilizar en el cocido de garbanzos del día siguiente.
Previamente al reparto del cocido, hubo misa en la ermita, procesión y el baile de los picayos.