Sostén mi cuerpo
en el cautiverio
incierto de tus brazos.
Con un soplido
arráncame las
espinas del ayer.
Borda mis labios
con el hilo sedoso
de tu lengua
dibujando el fuego
que enciendes
en cada centímetro
de mi piel.
Ahoga mis quejidos
con tus gotas
coloridas de sudor
consumando en
éxtasis el arte,
de un bordado de pasión.