La búsqueda de espacios de sentido se opone a la repetición que conforma, en parte, lo cotidiano de la vida real. El deseo de transformación es una de las expresiones más claras, de la capacidad creativa. La creatividad genera, el consumismo materialista se basa en la adquisición continua, sin fin. La identidad de las personas cambia o se reinventa desde actitudes creativas, aunque siempre quede una base o un núcleo de la identidad, que permanece a través del tiempo. Lo creativo no es algo exclusivo de las artes como la pintura, la música o la escritura, ya que impregna todo lo que se hace, si se realiza con planteamientos interpretativos que son originales.
El materialismo implica la repetición y la creatividad busca las diferencias, lo novedoso, deshace la igualdad para siempre, este es su poder y uno de sus valores. El coraje de imaginar otras posibilidades es el comienzo de la actividad creativa. Es la expresión del derecho irrenunciable a ser autor de la propia vida, ya que no somos solo usuarios de cosas. La libertad radical se manifiesta de modo evidente en lo creado, a todos los niveles. Los creadores experimentan el mundo como insuficiente, porque se le puede añadir más belleza, más sentido y esto es esencial en todos los aspectos. Los escritores, por ejemplo, crean mundos de la nada con sus palabras escritas, algo que si se piensa en profundidad es prodigioso. Se puede escribir de todo. El material del que disponen los artistas de la palabra es inagotable, no se acaba nunca. En realidad, es la existencia actual y el pasado y el futuro, ya que todo está a su alcance, a través de la imaginación, la observación y la memoria. Un mundo que sustituyera la lógica de la posesión por la de la creación, sería menos competitivo y habría menos aislamiento de las personas. Los individuos se definirían no por su capacidad de acumulación, sino por la habilidad para transformar la vida. En una sociedad consumista y del espectáculo o entretenimiento es difícil, que lo creado no se convierta en un simple producto sin más. Por otra parte, es indudable que la verdadera creatividad necesita tiempo, esfuerzo sostenido en el tiempo, constancia, perseverancia e inteligencia. Lo que constituye una especie de barrera infranqueable, para muchos que no están dispuestos a correr ningún tipo de riesgo, aunque sea mínimo. La vida o es aventura o no es nada.
Lo dado en la existencia puede ser reconfigurado, embellecido y enriquecido, por medio de la acción creativa libre de cada persona. Todo puede surgir de los procesos creativos. Además, es innegable que se puede dar a la vida otra forma y ritmo, en función de la libertad de cada sujeto. El mundo es un campo de posibilidades, para crear cosas, situaciones, experiencias o contenidos nuevos y no es solamente un depósito de objetos, que se pueden comprar. Los creadores, los artistas crean sentidos, significados, algo que se contrapone al simple materialismo consumista superficial y vacío. Se trata también de ser feliz, no de parecerlo a los demás. Los individuos materialistas viven en un presente perpetuo, sin profundidad y la aceleración vital causa un vacío existencial creciente en una considerable parte de la gente.
Vivimos en la época de la soledad y el aislamiento, que afecta a muchos millones de personas en todo el planeta. Es evidente que el materialismo existente a nivel general no da respuesta, a los grandes interrogantes del vivir. Para compensar esta situación lo que ofrece es una cascada infinita de distracciones, para que la gente no se dé cuenta de lo que ofrece una vida consciente, profunda y creativa. La simple posesión de bienes no da, por sí misma, la felicidad.
Es posible crear otras formas de vivir, sin que sea necesaria una revolución radical. Se puede pensar en la educación crítica, comunidades colaborativas, economías solidarias y circulares. La filosofía es también una práctica de lucidez, ante los retos presentes y futuros de la era digital. La relación ética entre las personas niega, cualquier tipo de justificación de los comportamientos prepotentes y está en contra de toda forma de marginación o avasallamiento de unas personas sobre otras, por cuestiones materiales o económicas. Si bien, lamentablemente estas conductas son frecuentes, en todas las sociedades materialistas.
Es evidente que los seres humanos no lo podemos todo, ya que somos finitos y no somos dioses. Un buen planteamiento es contemplar más y consumir menos. Es realizable una vida sin materialismo, que no sea tampoco muy superficial. La humanidad ha logrado avances realmente impresionantes, por medio de inventos de toda clase y pensamiento crítico y creativo. Es el camino.