A lo largo de los años ha evolucionado hasta abarcar un espectro amplio de causas progresistas como la lucha contra el cambio climático, la defensa de los derechos LGTB y el feminismo. Uno de sus objetivos es lograr que las minorías tengan una mayor presencia en puestos de poder, especialmente en la política y en los medios de comunicación. Aunque celebrada por unos como una señal de mayor conciencia social también ha generado rechazo en sectores de la sociedad, lo que ha tenido consecuencias en las elecciones y en el panorama político en general.
Ha sido adoptada principalmente por personas jóvenes, urbanas y educadas. Las universidades de élite, como Harvard, Yale o Stanford, son espacios donde estas ideas han encontrado un terreno fértil. Allí, profesores, estudiantes y activistas promueven iniciativas como la revisión de los planes de estudio para incluir perspectivas no occidentales y medidas en favor de las minorías como la discriminación positiva.
Sin embargo, esta cultura no se limita a las universidades. También ha penetrado en sectores como los medios de comunicación, las grandes empresas tecnológicas y Hollywood. Muchas empresas lanzan mensajes woke en sus campañas publicitarias, con el objetivo de atraer a consumidores jóvenes.
Algunos creen que este movimiento es una amenaza a los valores tradicionales .
La expansión de esta expresión cultural ha provocado una fuerte reacción en sectores conservadores. Muchos republicanos la ven como una amenaza a los valores tradicionales y a la libertad de expresión. Argumentan que el movimiento impone una policía del pensamiento y que censura a quienes no comparten sus puntos de vista.
Donald Trump o Ron DeSantis, entre otros políticos conservadores, han utilizado este rechazo como bandera política. Trump, ha presentado a los woke como una élite desconectada de los problemas reales de los ciudadanos. DeSantis, ha impulsado leyes para limitar lo que se puede enseñar sobre raza y género en las escuelas de Florida.
La estrategia ha sido efectiva para movilizar a votantes conservadores, especialmente entre los blancos con pocos estudios. Estos votantes perciben que las políticas woke amenazan su forma de vida y cuestionan su rol en la sociedad .A pesar de que defienden las causas de las minorías, muchas personas negras, latinas o asiáticas no se identifican con ellas.
Las minorías están más preocupadas por el empleo , la seguridad y la educación.
Un aspecto polémico de este movimiento es que, aunque defiende las causas de las minorías muchas personas negras, latinas y asiáticas no se identifican con él. En esas comunidades las preocupaciones suelen estar más centradas en el empleo, la seguridad en los barrios y la mejora de la educación pública. Algunos miembros de esas comunidades critican al movimiento por paternalista, al asumir que siempre sabe lo que es mejor para los demás
La ex vicepresidenta Kamala Harris, que se presenta como una figura progresista, ha recibido críticas similares a las dirigidas al movimiento woke.
En las elecciones de 2024, este rechazo fue evidente. Muchos blancos sin estudios universitarios, especialmente hombres, se sintieron amenazados por lo que perciben como un ataque a su estilo de vida y a su masculinidad. Para ellos, la agenda progresista simboliza un cambio cultural que no están dispuestos a aceptar y Harris se había convertido en un símbolo de ese cambio.
Esta reacción no se limita a los hombres. También hay mujeres de zonas rurales e industriales que sienten que las políticas woke priorizan las preocupaciones de las élites urbanas sobre las suyas. Este descontento contribuyó a que los republicanos ganaran en varios estados clave.
Esta expresión cultural ha transformado el panorama social y político de Estados Unidos. Aunque ha conseguido avances en la lucha contra la discriminación, también ha polarizado a la sociedad. Sus detractores la han utilizado como un arma para movilizar a sus bases y captar votantes .
En España la cultura woke forma parte del ideario político de Podemos y Sumar. Un exceso de celo en la defensa de esos principios puede ser una de las causas del declive de ambos partidos, e incluso de enfrentamientos dentro del espacio político de la izquierda.