Ahí, están como ejemplo, las matanzas del cerdo, las cencerradas de san Antonio, las toras, los cucurrumachos, los zarramaches, el mayo, san Isidro y otras como las Candelas y las Águedas. Este mirar hacia atrás tiene muchos valedores por estos lares y, de seguir así, les puede pasar lo mismo que a la mujer de Lot: quedar convertidos en estatuas de sal. Porque, estas fiestas tradicionales traen más gente a los pueblos los fines de semana celebratorios pero los lunes quedarán de nuevo desiertos. Además, estas tradiciones “recreadas”, como los Medievales, tan de moda, se alejan tanto de su ser primero, de sus orígenes antropológicos, económicos y religiosos que no se sabe si son tradición o traición.
Las Águedas que se celebran hoy, recuerdan a Santa Águeda (Ágata), una muy joven siciliana acosada y torturada hasta la muerte en la hoguera por negarse a los favores sexuales que le exigía el procónsul romano. Un caso de abuso machista en el siglo III. La leyenda católica cuenta que le arrancaron los pechos con unas tenazas; por eso, en sus iconografías, aparece con ellos en un platillo. La dicen “la fiesta de las mujeres” porque éstas toman el mando ¡por un día y de mentirijilla! Demasiado poco, ante tanta violencia antigua y actual. ¿No habría que revisarla para que no se quede en mero folclore insulso? Hace poco, han proclamado a esta santa la protectora contra el cáncer de mama. Esta faceta curativa o preventiva viene de antiguo y, por eso, en su procesión por las calles de Serranillos, le cantan desde tiempos inmemoriales, esta coplilla: “Santa Águeda bendita/ te venimos a rogar/ que nos cuides las teticas/ que tienen que amamantar”. El pueblo sencillo se agarraba y se agarra a un clavo ardiendo; o sea, a la superstición, cuando la ciencia no llega o por si acaso. Y lo hace bonito: en coplillas.
Estaría bien que esta fiesta actualizara su significado y, en vez de exaltar solo la pureza de la mujer hasta morir por defenderla, como ha venido siendo habitual, reivindicara su libertad y su igualdad respeto al hombre. Porque Santa Águeda lo que manifiesta hoy es que ninguna mujer debe morir o ser violada o acosada por un hombre aunque sea un poderoso de la tierra; que ya está bien del “derecho de pernada”; que es una vergüenza que las mujeres vayan por la calle con miedo y que ella murió, no por valiente, sino porque los que cercanos no la salvaron, no se rebelaron contra la injusticia, la dejaron sola. Como hoy siguen solas muchas mujeres ante el abuso porque los que saben de su tragedia miran para otro lado. Y porque algunos jueces, en vez de ampararlas, las interrogan ferozmente.
En fin, si la fiesta de Las Águedas sirve también para este menester, valdría la pena potenciarla mucho más. Si solo es una procesión, una comida, un baile y la exhibición de la vara de mando en manos de la Mayordoma, el sacrificio de santa Águeda y de todas las “águedas” posteriores seguirá siendo en vano.
Publicado el 5 de febrero de 2025 en el Diario de Ávila.
*Julio Collado Nieto (Muñopepe, Ávila, 1949). Maestro, poeta, columnista del Diario de Ávila, conferenciante, coordinador de talleres literarios en institutos abulenses y en la Fundación Ávila, así como guionista y presentador de Campañas de Animación a la Lectura en diferentes radios y televisiones de su ciudad. Como escritor tiene publicados cuatro libros de literatura infantil en la Editorial Edelvives, además de haber participado, con cuentos, poemas y relatos, en revistas nacionales e internacionales y en muchos libros colectivos. Participó, como poeta invitado, en el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, dedicado a Gastón Baquero.
(Enviado por José Antonio Sierra)