Pero a lo que vamos, siempre la ciencia me ha encantado, la medicina y la astronomía; pero como jurista y economista que soy he derivado aquella vocación perdida escribiendo mucho sobre todo aquello.
Entrando en el tema, las “danas”, que entonces se llamaban gotas frías o borrascas, y que indefectiblemente caían sobre la costa del mediterráneo hispano hacia el mes de octubre y que ya en la dictadura sin televisión y sin móviles la gente aguantaba las borrascas, gotas frías o danas como podían; y todo se inundaba, y los barrancos arrastraban fango, árboles, ganados y personas -nunca o casi nunca coches, porque casi nadie tenía coche-, por eso no aparecían amontonados o apilados, sencillamente porque escaseaban, y nadie bajaba locamente al garaje a sacarlos para después morir ahogados por el agua y el barro.
Pero bueno, volviendo al tema. El calentamiento del planeta tierra como consecuencia de la condensación del dióxido de carbono y de los gases de efecto invernadero, hace que el mar se caliente también. El Pacífico, el Atlántico o el Indico apenas lo notan, pero sí el Mediterráneo, el “mare nostrum”, que es sencillamente como un lago muy grande; por eso al subir la temperatura sus aguas que se recalientan como la caldera de Pedro Botero, vamos como un bidet, y se evaporan sus aguas a toneladas, a millones de hectómetros cúbicos.
Esas negras nubes cargadas de agua (las mantas ) no pueden desplazarse muy lejos, al interior peninsular, pues para mayor desgracia hay una cordillera montañosa a escasos kilómetros de la costa y paralela a ésta, -véase el Puig Campana, en Benidorm, por ejemplo-, que impiden que esas nubes penetren más, y es ahí -en ese “corredor sin retorno”- donde tienen que descargar todas ellas, cada vez más y más frecuentemente, pues fatalmente el mediterráneo se va calentando cada vez más y más, y fatalmente también las gotas frías van siendo cada vez más frecuentes y tremebundas. Apocalipsis, antesala quizá del Apocalipsis final.
Esta es la causa por la que “el cambio climático mata”, como dice acertadamente nuestro presidente del gobierno.