Pareciera que mientras más memoria tienen nuestros celulares, menos memoria tienen nuestros cerebros.
Digo esto porque la semana pasada me tocó atender (entre otros) a 2 padres de familia que no sabían la fecha de nacimiento de sus respectivos hijos. Y no era tan difícil recordarlo, creo yo… Un niño tenía 1 año y medio, y el otro 4 años.
Pero creo que esto va más allá del celular, y la dependencia de ese dispositivo.
También pienso que algo está pasando en la relación padres-hijos…
***************
Atendía a un pacientito de 5 años (familia venezolana, radicada hace 1 año en Chile).
Antes de retirarse, su madre me dice:
-Doctor, ¿le puedo tomar una foto con mi hijo?
A lo que accedí sin problemas.
Y ella le pide a su pequeño:
“Ya, párense juntitos; para mandarle esta foto a tu abuela a Caracas, antes que el doctor jubile.
¡Plop! Y yo que creía tener cuerda para rato.
Ja ja ja. Reímos de buena gana.
***************
Entra a mi consulta un pacientito próximo a cumplir 6 años.
Por su condición de autista, he aprendido a lograr de él algunas sonrisas haciéndole “cosquillas en la guatita”, mientras lo examino.
Al terminar la atención, le solicito un par de exámenes sanguíneos, que no presentan urgencia.
Su madre me pregunta:
- ¿Se los puedo traer cuando venga al control de los 6 años?
- Por supuesto. ¿Pero eso no más me traerá?
- O sea, no sé. ¿Qué otra cosa doctor?
- ¿Y mi trozo de torta?
El niño me mira y vuelve a sonreír.
Jajaja. Me entretiene todo esto.
Me enriquece todo esto.