El historiador Carlos Sánchez Tarrago y su libro “El millón de Larache” sale al encuentro. Los amigos siguen y rodean al autor. Cuca Berenguer, descendiente del célebre general Berenguer en África, pasó por la caseta 106 y conversó también con el autor. También le visitó y adquirió su libro, Luisa Ortega, ex fiscal general de la Venezuela de Maduro, hoy en España
No hay como contar con los amigos, que además posan para la foto. Recuerdo a mi hija de diez años -hoy es médico y tiene 40- cuando me acompañó a la firma en una Feria del Libro de Madrid y, al terminar, me preguntó: “Mamá, además de a tus amigos, ¿has vendido libros a otros que no lo son?”. Los niños son censores imposibles.
Busco a Mila de Juanes en la caseta de la editorial Éride, pero su editor, Ángel Jiménez, me dice que ha firmado en la mañana. Estas cosas pasan. El domingo firma sus libros la dramaturga Carmen Resino, en la misma caseta.
Un hombre anuncio, muy aparatoso de paneles, denuncia al Teatro Real, porque ha suspendido el espectáculo de una artista china, a petición de ordeno y mando de la Embajada de la República Popular China. ¿Será cierto? No he tenido tiempo de hablar con la otra parte.
Inmaculada La Fuente, en rojo torero, muestra su libro “Mujeres de la posguerra” y un poco más allá Maribel Ordaz, con su libro “Mujeres en la Historia de Madrid”. Las damas escritoras abundan casi al 50 por ciento, como debe ser, acorde con lo números de la humanidad.
Ana Matarranz y Enrique Arce firman “El factor edad”, en la caseta de Alfaguara. El edadismo es una marginación por delante y por detrás en la vida de las personas. Una alegría pasar por la casta de la editorial Satori, especializada en literatura japonesa, con ediciones excelentes en pasta dura. Uno de sus libros más recientes de su literatura clásica: “Ise Monogatari”, traducido por Javier de Esteban.
Entro a la mesa redonda que tiene lugar en la “pecera” central de La Caixa, donde interviene Soledad Puértolas y se recuerda su novela “Una vida inesperada”, con el gozo para el cuerpo de la natación en “la piscina cubierta y climatizada”. En la caseta de Europa, la escritora letona Emil Zatopek presentaba una antología de relatos letones.
Y como final del paseo un reencuentro alborozado con Jeannette L. Clariond, que dirige la cuidada editorial poética “Vaso Roto”. Ella pasa su vida entre México y Madrid. Me invitó a sacar un verso de una urna transparente y salió el de Nawan Darwish en “Nada más que perder”: “Nadie puede pararme ahora. / Vine desde tan lejos para llegar aquí,/ aunque los colonos acecharon cada movimiento mío./ Nos conocemos / tú y yo.La historia es simple: / me llamaste y vine”.
Luis García Montero también firmaba sus libros de poemas en otra caseta. La poesía manda.
Consulto el móvil y la poeta Pilar García Orgaz me envía una fotografía junto al escritor Antonio Palacios y mi libro “Sueños y roleos”, que acaba de adquirir en la caseta 76, como antes lo hiciera el pintor Julio Mendoza, que también me envió su foto. Si es que no hay como los amigos en la Feria del Libro.
Y al volver a casa, éxtasis, ante la contemplación de los numerosos acantos (hermosa palabra griega) que florecen actualmente en el Parque del Retiro, junto a la Biblioteca Trías. No solo de letra impresa vive el ciudadano.