Preferido
Los ojos brillaban como las estrellas más bellas del
firmamento, un eslabón frío entre los dedos,
le dijo que tenía dueño.
Copas en el aire, gritando felicidad,
unos novios de chocolate, un ramo de flores,
un sacerdote pronuncia el nombre de un Dios,
que solo habla de hombres.
El tiempo pasó volando, llevándose el amor
y los poemas del conquistador
la primavera se alejó,
los días de sol derramaron lágrimas.
Un animal desconocido para ella
despertó ante la hembra comprada,
perpetuando un invierno,
que dibujó el mismo rostro en los días venideros.
La desnudaba, ponía las manos sobre su piel,
besaba sus pechos,
la obligaba a hacer el amor,
ella tenía que decirle que lo amaba él,
sentía placer, ella no, pero quería sentirlo.
Él bebía, ella no podía, pero quería beber,
él bailaba, para ella estaba prohibido, pero quería bailar.
Dudó de su propia existencia
ante la ausencia de Dios,
preguntó a las estrellas por la palabra justicia.
Un día él, enfermó, ella le cuidó,
pero no quería cuidarlo.
Él enfermó más aun, ella le siguió cuidando,
pero no quería hacerlo.
Es que lo recordaba todo.
Una tarde cualquiera, él murió
gente en el camposanto
destacando sus valores,
ella vestida de negro, pero no quería vestir de negro,
pusieron una cicatriz en su rostro, quedó sola,
ella no quería estar sola.
En la puerta del cementerio
dejó las ropas negras junto a la basura.
Corrió a la ciudad, quería bailar, brindar, cantar,
sentir caricias, tener un orgasmo.
Aunque hubiera preferido,
un hombre que la amara.