"Ella ha hecho un largo viaje, está agotada y prefiere no responder preguntas por el momento", comentó Freeland a los periodistas que esperaban la llegada de la joven de 18 años, quien vestía una gorra azul y una chaqueta deportiva con la palabra "Canadá".
La saudita afirma que está huyendo de la violencia física y psicológica de su familia, por lo que el gobierno del primer ministro Justin Trudeau le concedió asilo.
"Ella quería que los canadienses vieran que había llegado a Canadá", agregó Freeland, tomando el hombro de la sonriente joven.
La ministra elogió el "coraje" de Rahaf, a quien dio la bienvenida a "su nuevo hogar", Canadá.
La llegada de esta adolescente a Toronto marca el epílogo de un caso que atrajo la atención del mundo durante una semana, después de que la joven hiciera pública su situación a través de una cuenta de Twitter.
Había sido detenida el fin de semana pasado a su llegada a Bangkok, desde Kuwait, y las autoridades tailandesas habían amenazado en un principio con deportarla a su país.
Pero Rahaf se atrincheró en una habitación de hotel en el aeropuerto, tuiteando una multitud de mensajes y videos desesperados, con los que de inmediato alcanzó notoriedad internacional.
También le dijo a Human Rights Watch que quería renunciar al islam, lo que la pone "en grave peligro", según la ONG.
Tras una movilización a su favor en las redes sociales, las autoridades tailandesas renunciaron a la idea de deportarla y le permitieron salir del aeropuerto con representantes de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).