09JUN18.- Ver pasar las vidas por la vida, es un acontecimiento diario en el quehacer médico. Pero cuando una de esas vidas es parte de tu vida, es morir un poco.
Es una mezcla de dolor, impotencia, resignación y conformidad.
El dolor, radica en lo que conlleva ver peligrar a sangre de tu sangre. La impotencia se produce al comprobar como día tras día hay menos que ofrecerle a ese enfermo. La resignación la da el comprender los designios divinos. Y la conformidad la otorga el conocimiento médico, que permite razonar y entender el significado de la palabra “final”.
Difícil posición la de un padre-médico, con un hijo grave.
No es fácil tratar de liderar un grupo que piensa con el corazón, cuando uno como médico debe pensar con la cabeza.
Imaginar el final anticipado de la vida de un hijo, es un escenario en el cual jamás hubiera querido estar; pero el destino me ha puesto aquí. Es una instancia en que se mezcla la biología, la anatomía, la fisiología, la patología con el amor, el cariño, los recuerdos y la realidad.
Es ciertamente el más difícil de los exámenes que un médico pueda rendir…