Se trata de un libro colosal e imprescindible de uno de los pensadores con una formación más profunda y selecta, y con una visión de España más certera, que todo lo abarca.
En este libro suculento- permítaseme el término- sale a relucir en toda su amplia gama de contenidos y experiencias la paleta variadísima y multicolor de este profesor ejemplar que tantas cátedras lleva en su mente y por qué no afirmar, yo que le conozco personalmente, su amor terrible por España que tanto le preocupa y le hace sufrir en múltiples momentos, y que parece aliviarse cuando lleva a sus alumnos a un lugar inefable que es El Escorial y esa mole inmensa y maravillosa de su Monasterio. Hay que decir que Octavio ha sido Decano y director del Real Colegio Universitario María Cristina donde yo le conocí, entre tantos y tantos títulos como atesora y que no quiero perder tiempo en ello, que lo busque el lector interesado en las publicaciones, en la Historia de la Universidad Española de la segunda mitad del siglo XX o en Internet.
Porque este autor egregio por no decir maravilloso, reúne la doble faceta de profesor docente y de poeta, cosa no demasiado corriente en estos lares. Para que se hagan una idea, quien aún no le conozca Octavio Uña reúne las características de una formación clásica profunda y rigurosa con la faceta renacentista. Sus fuentes o semejanzas han podido ser Fray Luis de León y Unamuno. Pero también Octavio Paz y Jorge Guillén. Sin olvidarnos, claro, de Neruda y de Claudio Rodríguez.
Yo he tenido, queridos lectores, la inmensa fortuna de conocerle y de tratarle, precisamente y como antes he dicho en El Escorial, formando un jurado de prestigio de premios de poesía y de narrativa. Hemos hablado largamente durante décadas, a veces riendo degustando exquisitos manjares en el Restaurante “El Diábolo” de Madrid y sobre todo en “Cafetín Croché” de San Lorenzo del Escorial y otras veces hablando gravemente casi diría de un mundo hoy desvanecido.
Hacía un tiempo que no nos veíamos y tuvo que esperarme 30 minutos de dichoso retraso, consecuencia de mi Parkinson. Me dio un abrazo y sus ojos se velaron pues sé que le recordé en ese momento personas desaparecidas y lo que es peor un mundo desvanecido donde había valores, donde se podía vivir pues sin valores se malvive, yo diría se sobrevive a duras penas y me refiero a la actual juventud desnortada en buena parte y a los políticos y mandos intermedios muy a menudo incompetentes más que malvados, vulgares y además chorizos.
En fin, me he extendido hablando de mil cosas, pero quiero asegurarles que “ILUMINARIA”, editada por Sial Pigmalión – Contrapunto da a conocer quizá lo mejor de Octavio pues es en la poesía donde se palpa con claridad su bondad, su pensamiento profundo y su amor por España.
(*) Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.